Desde hace
8 años me gusta comenzar mi día con una oración de agradecimiento y un decreto
metafísico o afirmación. Aunque todo empezó con una sugerencia de una persona
muy estimada, me sentía tan mal, que probé a hacerlo gastando quizás el
penúltimo de mis esfuerzos para contrarrestar tantos sentimientos negativos que
se aglutinaban en mi corazón, haciendo sentir siempre mi pecho presionado por
una gran losa de concreto.
Así, aunque a veces ni yo misma me creía las cosas que decía y repetía en mi mente, y cuando podía en voz alta, esto que fue un simple recurso más al que apostaba que no funcionaría, poco a poco me fue quitando el peso de esa losa de concreto del pecho, me ayudó a recobrar la autoestima y autoconfianza, y se convirtió en un bello hábito para mí.
Los decretos y las afirmaciones, son como un mantra, protegen a la mente que se la pasa siempre vagando, pues es ociosa por naturaleza. Lo más importante es que me di cuenta de que yo misma podía ser responsable de mis pensamientos y decidir qué pensar y qué no pensar.
No sé si aprender a controlar la mente es un arte, pero lo que sí sé es que el trabajo duro y constante para adiestrar a la mente, trae muy buenos resultados y es una inversión en uno mismo que vale mucho la pena.
Las afirmaciones y los decretos metafísicos también transforman nuestra realidad y nuestra percepción. La forma en que vemos el mundo cambia porque nuestros puntos de vista ya no están enfocados en sólo esa mirada desde una ventana chiquitita en que habíamos encerrado nuestra visión. Es como ponerse unos nuevos anteojos, tal vez biónicos, para percibir algo que no es nuevo, porque siempre estuvo ahí, simplemente esos antejos nos ayudan a percibir mejor y con mayor detalle las cosas, pues tal vez padecíamos miopía del alma, del corazón, de los sentimientos, de los pensamientos, de las acciones.
La vida va cambiando única y exclusivamente porque nosotros mismos vamos cambiando. Las personas a nuestro alrededor y las circunstancias, pueden durar mucho tiempo en su mismo estado, y eso no depende de nosotros; no es nuestro asunto el que otros eventos estén estacionados por largo tiempo en nuestras vidas aunque luego tengan que cambiar, pues como reza un sabio dicho, nada es para siempre, todo pasa y nada queda. Nosotros somos los únicos que tenemos el poder de cambiar ahora y una buena sugerencia para ir demoliendo la ventanita y el muro y salirse del cuartito de encierros, es por medio de la afirmación.
Ahora te voy a hablar de la oración de agradecimiento. Agradecer, a la Vida, a Dios, al Universo o a Uno mismo (o a lo que tú creas), es un hábito maravilloso, porque nos ayuda a darnos cuenta de los inmensos bienes que nos rodean. Me parece que agradecer, es un gran antídoto para la queja y el sentimiento de carencia. Cuando agradezco, refuerzo mi sentimiento de abundancia en mi vida y en todo lo que me rodea. Quejarme refuerza todas mis carencias y como quiero vivir en un mundo vasto en abundancia de todos los sentidos, no me puedo permitir seguirme quejando.
La vida a veces nos parece muy dura, sin embargo, como aprendí en mis clases de meditación budista, hay que aprender un poco a compararnos desde un enfoque positivo. Cuando la vida parece dura es cuando hay que compararse, compararse con el mundo entero, juntar los problemas y dolores de los demás y ver que lo que me aqueja es tan sólo algo tan pequeñito comparado con el padecimiento de tantos seres humanos. Juntar durezas y dolores de otros sirve, sirve mucho para salir del egocentrismo, de estar centrados en nosotros mismos y de ver y racionalizar que después de todo, no estamos tan mal como pensábamos.
Yo hoy te invito a comenzar tu día con una oración de agradecimiento y una afirmación. Ya me dirás si te va funcionando, porque a cada quien sin duda le funcionan las cosas de manera diferente, y eso no es sorpresa, es lo normal, porque cada uno de nosotros, por fortuna, es un universo, tan diverso, tan extenso, tan rico, tan lleno de posibilidades, que es imposible que a mí me vaya exactamente igual que a ti. Los resultados los definen la perseverancia y la disciplina, como en todo. Primero, hay que tomar una decisión, hay que llegar a una fuerte determinación y luego hay que actuar, hay que poner manos a la obra. No esperes más ni te sigas victimizando ni juzgando, toma las riendas de tu vida y hazte responsable de crear la realidad en la que quieres vivir.
Amor, luz y bendiciones.
Así, aunque a veces ni yo misma me creía las cosas que decía y repetía en mi mente, y cuando podía en voz alta, esto que fue un simple recurso más al que apostaba que no funcionaría, poco a poco me fue quitando el peso de esa losa de concreto del pecho, me ayudó a recobrar la autoestima y autoconfianza, y se convirtió en un bello hábito para mí.
Los decretos y las afirmaciones, son como un mantra, protegen a la mente que se la pasa siempre vagando, pues es ociosa por naturaleza. Lo más importante es que me di cuenta de que yo misma podía ser responsable de mis pensamientos y decidir qué pensar y qué no pensar.
No sé si aprender a controlar la mente es un arte, pero lo que sí sé es que el trabajo duro y constante para adiestrar a la mente, trae muy buenos resultados y es una inversión en uno mismo que vale mucho la pena.
Las afirmaciones y los decretos metafísicos también transforman nuestra realidad y nuestra percepción. La forma en que vemos el mundo cambia porque nuestros puntos de vista ya no están enfocados en sólo esa mirada desde una ventana chiquitita en que habíamos encerrado nuestra visión. Es como ponerse unos nuevos anteojos, tal vez biónicos, para percibir algo que no es nuevo, porque siempre estuvo ahí, simplemente esos antejos nos ayudan a percibir mejor y con mayor detalle las cosas, pues tal vez padecíamos miopía del alma, del corazón, de los sentimientos, de los pensamientos, de las acciones.
La vida va cambiando única y exclusivamente porque nosotros mismos vamos cambiando. Las personas a nuestro alrededor y las circunstancias, pueden durar mucho tiempo en su mismo estado, y eso no depende de nosotros; no es nuestro asunto el que otros eventos estén estacionados por largo tiempo en nuestras vidas aunque luego tengan que cambiar, pues como reza un sabio dicho, nada es para siempre, todo pasa y nada queda. Nosotros somos los únicos que tenemos el poder de cambiar ahora y una buena sugerencia para ir demoliendo la ventanita y el muro y salirse del cuartito de encierros, es por medio de la afirmación.
Ahora te voy a hablar de la oración de agradecimiento. Agradecer, a la Vida, a Dios, al Universo o a Uno mismo (o a lo que tú creas), es un hábito maravilloso, porque nos ayuda a darnos cuenta de los inmensos bienes que nos rodean. Me parece que agradecer, es un gran antídoto para la queja y el sentimiento de carencia. Cuando agradezco, refuerzo mi sentimiento de abundancia en mi vida y en todo lo que me rodea. Quejarme refuerza todas mis carencias y como quiero vivir en un mundo vasto en abundancia de todos los sentidos, no me puedo permitir seguirme quejando.
La vida a veces nos parece muy dura, sin embargo, como aprendí en mis clases de meditación budista, hay que aprender un poco a compararnos desde un enfoque positivo. Cuando la vida parece dura es cuando hay que compararse, compararse con el mundo entero, juntar los problemas y dolores de los demás y ver que lo que me aqueja es tan sólo algo tan pequeñito comparado con el padecimiento de tantos seres humanos. Juntar durezas y dolores de otros sirve, sirve mucho para salir del egocentrismo, de estar centrados en nosotros mismos y de ver y racionalizar que después de todo, no estamos tan mal como pensábamos.
Yo hoy te invito a comenzar tu día con una oración de agradecimiento y una afirmación. Ya me dirás si te va funcionando, porque a cada quien sin duda le funcionan las cosas de manera diferente, y eso no es sorpresa, es lo normal, porque cada uno de nosotros, por fortuna, es un universo, tan diverso, tan extenso, tan rico, tan lleno de posibilidades, que es imposible que a mí me vaya exactamente igual que a ti. Los resultados los definen la perseverancia y la disciplina, como en todo. Primero, hay que tomar una decisión, hay que llegar a una fuerte determinación y luego hay que actuar, hay que poner manos a la obra. No esperes más ni te sigas victimizando ni juzgando, toma las riendas de tu vida y hazte responsable de crear la realidad en la que quieres vivir.
Amor, luz y bendiciones.
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