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UN MUNDO CAMBIANTE

«¡Gana!, ¡gana!, ¡gana!», enseñamos a nuestros hijos, y se dejan morir de hambre o utilizan esteroides o engañan hasta que lo logran. «¡Somos el número uno!», gritamos, y para probarlo gastamos cantidades desproporcionadas de los presupuestos generales del Estado en instrumentos de muerte,en lugar de en programas de desarrollo humano. «¡Sé competitivo! , ¡sé competitivo! , ¡sé competitivo!» , decimos. De manera que la industria estadounidense quita las fábricas de Ohio y las pone en Tijuana, a fin de que las empresas de los Estados Unidos puedan obtener mayores beneficios. Mientras tanto, a los trabajadores de los Estados Unidos no les queda sino buscar empleos de salarios más bajos, y los trabajadores de México se convierten en la columna vertebral del nuevo sistema de esclavitud industrial. 
 
«¡Ábrete camino!, ¡haz dinero!, ¡triunfa!, se nos enseña. De manera que trabajamos hasta que no nos queda en la vida más que el interés por el poder y el prestigio, y la presión de tener que controlar el mundo, en lugar de conectar con él con armonía y salud mental. Cuando está claro que las cosas no son como deberían, pero nada está obviamente mal, ¿cuál es el problema?
 
Cuando el éxito es el desastre de nuestra vida, y el dominio la obsesión de la misma, ¿cuál es la cura para el demonio que posee nuestra alma?  Cuando nuestras relaciones se rompen una vez tras otra, ¿qué barrera emocional es responsable de ello? Cuando nos falta el sentido de lo suficiente y malgastamos nuestra vida tratando de lograr lo que no tenemos,¿dónde podremos encontrar paz, sentir serenidad, adquirir esperanza?
 
Es bastante irónico que la cura pueda no encontrarse en absoluto en el siglo XXI, sino que radique en una formulita del monacato del siglo VI. La cura tanto del malestar personal como del chauvinismo nacional puede encontrarse en el desarrollo de una espiritualidad de las relaciones como es debido. Miles de personas en el curso de los siglos lo han pensado así; pero si algo de verdad hay en ello, entonces el mundo puede necesitarlo hoy más que en ningún otro momento de su historia.
 
Fuente: Doce pasos hacia la Libertad Interior | Pag.10 | Sal Terrae

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