Si puedes, trata de tener en tu apartamento una habitación, por pequeña que sea, reservada para el silencio. Escoge para las paredes bellos colores, claros y luminosos, pon algunos cuadros simbólicos o místicos y conságrala al Padre celestial, a la Madre divina, al Espíritu Santo, a los ángeles, a los arcángeles. No dejes entrar a nadie, y sólo entrad cuando te sientas capaz de hacer el silencio en ti para oír la voz del mundo divino.
A medida que preparas esta habitación del silencio, esfuérzate por prepararla también dentro de ti, en tu alma, en tu corazón. De esta manera, un día, sea cual sea el sitio en el que te encuentres, incluso en medio de los tumultos, podrás entrar en tu habitación interior para encontrar en ella la paz y la luz.
A medida que preparas esta habitación del silencio, esfuérzate por prepararla también dentro de ti, en tu alma, en tu corazón. De esta manera, un día, sea cual sea el sitio en el que te encuentres, incluso en medio de los tumultos, podrás entrar en tu habitación interior para encontrar en ella la paz y la luz.
Vivimos al mismo tiempo en los dos mundos: exterior e interior, visible e invisible, material y espiritual, y por eso es deseable tener esta habitación del silencio a la vez dentro de nosotros y fuera de nosotros, y mantenerla a resguardo de todas las formas de ruido.
Autor: Omraam M. Aivanhov
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