A veces, la bruja es ingenua, se cree todo lo que le dicen,
especialmente las cosas bellas que ella nunca se ha atrevido a decirse a sí
misma.
A veces, la bruja se ilusiona, falsamente, por supuesto, no
hay ilusión real. A veces, la bruja quiere vivir en sueños que construye por sí
sola. A veces, la bruja busca a través de esos sueños e ilusiones, el amor, el
cariño y la aceptación que siempre deseó de alguien más y que nunca obtuvo de
nadie.
La bruja, a veces, sólo a veces, queda envuelta en hechizos
y aún atrapada en ellos, juega y sabe disolverlos.
A veces la bruja, escucha lo que nunca se dijo, interpreta
lo que nunca fue, es y será, se da permiso de sentir lo que no debe y construye
realidades que nunca existieron, existen y existirán.
La bruja entra y sale de cada una de estos espacios, la
bruja lo hace a placer y a voluntad, y cuando joven, a tortura. La bruja cuando
vieja, cuando el corazón duro, rasgado, con costras y estrías, posee, regresa
de esos lugares recónditos e imaginarios, sin dolor, intacta, invicta. La bruja
creció, la bruja vivió, la bruja maduró.
La bruja siempre sabe cuando algo debe comenzar y algo debe
terminar. La bruja co-crea y luego todo lo destruye, todo lo reduce a nada,
recicla poco, porque en el Universo de la bruja, reciclar no es ecológico, borrar
sí, envía a la hoguera todo aquello que no funciona.
La bruja, a veces, sólo a veces, se confronta a sí misma en
el espejo, porque la bruja tiene altas expectativas y no logra cubrirlas. Se
compromete y hace un esfuerzo, y luego se compadece de sí misma y deja de
exigirse tanto. Es laxa, pero es severa.
La bruja busca desesperadamente, cada instante, cada día, algo, no sé qué. La
bruja es sensible, incluso con corazón duro, rasgado, estriado, siente, pero
discrimina, una emoción, y otra y la siguiente.
En un momento, la bruja piensa que algo le ha hecho daño,
pero en realidad, no siente nada, porque hay mucho que ya no le sorprende,
porque ya lo sabía, porque ya lo esperaba, y porque no, ya no impacta.
La bruja pule su carácter, y se hace respetar, entiende en
donde es querida y en donde no lo es, lo siente, lo percibe, lo respira. No, la
bruja no es víctima, se comporta como un cervatillo, pero la bruja tiene el
poder y cuando quiere responde de igual forma, porque la bruja da lo que recibe
y recibe lo que da.
Autor: Roxana Guzmán Ponce
Verano, 2020
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